lunes, 1 de junio de 2009

Cuanto más grande la mentira...

La siguiente historia, se basa en una conversación sin sentido sostenida a finales de 2008. Fue escrita al lado del mar.
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"En la antigüedad, para detectar las mentiras, se confiaba en unos pequeños y molestos animales: las pulgas."

En eso se basó, él, para aconsejarle que comprara un artefacto que pudiera, a ella, servirle para identificar las verdades que la rodeaban y desechar así las mentiras. Ella, a causa de esas palabras, lo miró extrañada y replicó:"¿Un quita-pulgas es entonces un detector de mentiras?"

"Si!" - contestó con aires de suficiencia, añadiendo que su efectividad dependía mucho del color de las pulgas y de las mentiras. Ella, con sus ojos achicados por el esfuerzo de intentar comprender, preguntó nuevamente:"¿Habría entonces que comprar varios quita-pulgas de acuerdo con el color de las mentiras...y de las pulgas?"

"¡Si!" respondió él, abriendo los ojos. Además, le aclaró que cuanto más grande la mentira, más pica la pulga. Fue ahí cuando ella empezó a preguntarle sobre el color de las mentiras:

-"¿Hay mentiras blancas?" -"Si, son para los niños pequeños."
-"Hay pulgas rojas, entonces ¿hay mentiras rojas?"-"Son las que se dicen para poder estar con alguien que uno quiere."
-"¿y las mentiras malas de qué color son?"-"Negras."

La pregunta que quedó como flotando en el ambiente fue cuándo se puede estar tranquilo y no pensar en las mentiras ... y en las pulgas. Él respondió que conforme con el paso los años, se iban encontrando personas en quienes se podía confiar. Y en ese momento, las pulgas desaparecían. "¿Y puedo confiar en usted?" preguntó ella."Si."

Aunque él escondió en ese momento, una pulga roja que caminaba por su brazo.

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