lunes, 1 de junio de 2009

Vestida de negro profundo

Y volvió, vestida toda de negro profundo. Se movía casi con gracia, aunque sabía que con cada paso que daba hacia mí, esa gracia desaparecería. Se cambiaría por odio, temor, soledad…

No pude hacer nada por detenerla, por alejarla. Sólo esperó paciente, como si supiera nuestro destino. Lo supo desde un comienzo y se limitó a esperar… Y llegó su hora, o la nuestra en este caso.

Al estirar su mano, desperté sobresaltado. En ese instante, luego de abrir mis ojos, sentí un dolor en el pecho que me hizo entender que una tristeza vestida de negro profundo estaba en mí: me di cuenta de que el sueño se había acabado.
(Escrita comienzos de mayo 2009)

No hay comentarios:

Publicar un comentario