lunes, 1 de junio de 2009

Un poco de biografía

Este texto fue mdificado para una amiga "no de Cali" a mediados de 2006. Sin embargo, fue escrito por casi cuatros años antes a manera de episodio biográfico.
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Mi hermana escribió alguna vez un ensayo describiendo su vida familiar, con el objetivo de cumplir unos requisitos para ser aceptada para hacer una especialización en otra ciudad. Yo, en ese momento, me encontraba viviendo en París. Sólo me enteré que aquello que había escrito había hecho llorara hasta al perro que vivía en ese entonces todavía en mi casa. Sin embargo, sólo tuve la oportunidad de leerlo hasta un buen tiempo después cuando regresé.

Ella comenzó explicando su ambiente familiar, en donde había pasado hasta ese momento toda su vida. Describió con una a cada miembro de ese hogar con hermosa simplicidad. Un par de palabras que dibujaban perfectamente a cada uno de nosotros. Fue impactante como había podido encajar esas características en tan pocas palabras. No me había acordado de la existencia de ese escrito hasta que lo empecé a leer. Recordé que mis padres lloraron cuando lo leyeron y aún más cuando a mi hermana la aceptaron para realizar esa especialización. Recuerdo perfectamente que mi hermano y mi otra hermana no me pudieron ni siquiera explicar con sus palabras lo que ella, con esas pocas palabras, les había hecho sentir.

Seguí leyendo, lentamente. Casi podría decir que repetía cada frase y cada renglón para no perderme ningún detalle. Cuando empezó la parte en la que comenzaba a describir a los miembros de nuestra familia, mi piel empezó a erizarse de la emoción con que fueron escritas esas frases cortas, directas pero profundas como un buen poema. Sin enterarme, sin darme cuenta, llegué a la frase que me describía. No pude seguir leyendo. Simplemente me faltó la respiración.

En ese momento después de haber leído esa simple frase “mía”, empecé a recordar cada uno de los momentos que yo había considerado importantes en mi vida. Cada detalle que yo había en esos momentos, los resentí aunque ese verbo sea poco castizo.

Recuerdo que por ejemplo, cuando era niño perdí primero de primaria. Algo que ahora es causa de risas cuando lo comento con mis amigos. Cuando regresé al colegio, a repetir ese año, me fue muy bien. Y ese sentimiento de tranquilidad que eso generó en mi lo quise mantener. Por esa razón, quise continuar estudiando y leyendo para que esa sensación de tranquilidad durara mucho tiempo. En el colegio me fue bien. Hasta cierto punto. Me gustaba lo que hacía y me gustaba leer un poco más de los temas que más me interesaban. Planeaba lo que estudiaba cuidadosamente. Buscaba los temas relacionados para poder comentar lo que leía o lo que aprendía usando otros autores y diversos ejemplos. Así hasta la universidad. Así hasta ahora.

Eso me ha demostrado que yo soy una persona que planea los pasos que voy a tomar. No a muy largo plazo. Esto último lo advertí ya cuando estaba en la universidad y estudiábamos el keynesianismo y el corto plazo en la economía. En ese momento me di cuenta que yo no podría planear a largo plazo porque existían muchos factores que podrían desestabilizar ese camino trazado. Estaba de acuerdo con Keynes, en el largo plazo todos moriremos. Sin embargo, el largo plazo no me era agradable del todo. Me parecía como si significara tener miedo, como andar muy pausado esperando los resultados de alguna acción. Por eso, me inventé mi propia teoría acercando el largo plazo con el corto plazo. Planeo mis objetivos a un mediano con metas intermedias. Metas relativamente flexibles pero que sé que al cumplirlas me llevarán a ese objetivo que he establecido.

Las dos frases que mi hermana utilizó para mi, también me hizo pensar en mis años en el exterior. Cuando leí recordé que me gusta estar solo. No puedo evitarlo, me gusta. Sin embargo hay que aclarar que creo firmemente que el querer estar solo es diferente a sentirse solo. El sentirse solo es soledad, pura. No podía evitar sin embargo, cuando entraba en mi apartamento en París sentirme de vez en cuando solo. Esa prueba de cumplir mi objetivo, de obtener mi diploma, estaba por encima a todo aquello que pudiera sentir. Lo logré. Momentos tristes, de soledad, de debilidad….quedaron atrás. Años después, volví a hacerlo. Me fui a otra ciudad a trabajar. Nuevamente, los objetivos planteados en esa ciudad los cumplí a cabalidad. Era un trabajo exigente y es muy posible que eso me haya incentivado a no desfallecer en los momentos más complejos. Y es más, quería siempre más responsabilidades. Quería aprender más.

Me sorprendió la facilidad con que mi hermana me dibujó. Me quedé frío, sólo sentí el calor de una lágrima que recorría mi mejilla. Recordé mis amigos, aquellos incondicionales que están ahí en las buenas y en las malas. Siempre. Aparte de dejarme un gran interés por saber más, mi colegio me dejó ese legado. Mis amigos. No puedo negar que durante la universidad conocí mucha gente, sin embargo unos pocos podría considerarlos así verdaderamente. Además, he logrado que ese círculo de amigos de mi universidad se una con el mi colegio. Nos conocemos, nos acompañamos, nos ayudamos. A su vez, a medida que pasan los años, esas personas se van volviendo contactos para futuros proyectos, futuras posibilidades.

Cuando terminé de leer aquello que mi hermana escribió, que a la postre le serviría para labrar su futuro, levanté la cabeza y pensé en la gran responsabilidad que tenía sobre mis hombros. Debía seguir siendo esa persona que mi hermana dibujo con sus palabras. No me asusté. Me sentí orgulloso.

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