lunes, 1 de junio de 2009

Su nombre era (Las puertas 2)

“Quién es ella” se preguntarán. Hace 22 años, nació la tercera mujer de una familia que vivía en una ciudad prestada. Ese año, el país que habitaba estaba enfermo: Males causados y males naturales lo amenazaban. En otras tierras, un exactor de cine empezaba su nuevo turno al frente del gobierno de una potencia y en la “otra” potencia, subía al poder quien cuatro años después la desintegraría en pos de la democracia. Se caían aviones en el extremo oriente pero también se abrían aeropuertos en nuestro país, por contradictorio que eso parezca. Esto y más, sucedió en ese año.

El sol de aquel paisaje pudo haberle dado el brillo que sus ojos tienen hoy. No sé… pero alguna explicación debe haber. Años después sin embargo, se trasladaron más al norte, lejos de esa tierra, a un lugar rodeado por murallas. Allí, creció y se hizo bella. Pasó sus años de colegio en ese lugar, que hoy le es lejano pues, tomó la decisión de adentrarse en las montañas para proseguir sus estudios universitarios. Aunque, no creo que haya buscado sólo estudiar. Al conocerla, me he dado cuenta que perseguía su independencia como lo hace ahora. Quiso conocerse, exigirse, saber quién era realmente. La manera para hacerlo fue enfrentarse a una nueva situación… sola. Hace unos días, logró su meta.

Su primer nombre, sin decirlo, no es castizo. Es importado de otro idioma. Aunque no me es extraño ni chocante. Es más, si hubieran pedido mi opinión sobre el idioma del que fue extraído su nombre, hubiera escogido ese mismo y estado muy de acuerdo.

La conocí, si es que ustedes me permiten la utilización de ese verbo, pues realmente sólo la vi hasta abrir la puerta. Denme la libertad de decirlo de esa manera y permítanse imaginar la siguiente situación. Hace un año casi, en un encuentro académico fuera del país, me crucé con una amiga. Al volver, ella y yo seguimos en contacto. Se podría decir que nos volvimos muy buenos amigos, aprendimos el uno del otro, nos escuchábamos. Tanto que en algún momento, se atrevió a decirme que quería que “conociera” a alguien.

En un principio, me pareció algo incómodo y extraño para mí. Pero, después de pensarlo un momento, decidí escribirle a esa persona. La razón que me permitió tomar esa decisión fue simple: ¿Por qué no hacerlo? ¿Sólo porque nunca lo había hecho antes? Esas dos preguntas me dieron impulso necesario para hacerlo. Fue entonces cuando se me presentó otro problema: ¿Qué le escribo? Debía presentarme…no, si ya estaba haciendo algo fuera de mi, pues “hagámoslo lo más cercano posible a lo que creo que soy” -pensé. Es decir, tenía que ser algo que la hiciera pensar, que la obligara a escribir. Así lo hice, creo. Un día después recibí respuesta.

Su segundo nombre fue, como ella misma lo dijo, la expresión del amor de su padre hacia su madre. Tal vez, siendo objetivo simplemente fue por gusto. Siendo sincero, espero que haya sido realmente un ejemplo de amor y espero que esa siga siendo esa la razón. Soy un romántico…no hay nada que hacer al respecto. Su nombre completo es, entonces, el resultado de describir una muestra de amor en otro idioma. Así es ella.

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